domingo, 15 de diciembre de 2013

Vacaciones tropicales y Rock 'n' Roll

Bruise Cruise Festival
Jonas Stein y sus Turbo Fruits catando la piscina. Foto: Ian Witlen

Metamos en la batidora a un puñado de bandas de garaje punk rock, tatuajes por doquier, derecho a barra libre, pizza bar y máquina de helados 24 horas, certamen de baile al ritmo del mejor soul en 7 pulgadas y fiesta privada en las Bahamas. Todo esto a bordo de un crucero de tres días durante el mes de febrero saliendo de Miami con destino a Nassau. Pues bien, esto es el Bruise Cruise Festival.



Alrededor de 2000 pasajeros en el barco, 500 de ellos éramos “Bruisers”, esto es, bandas, prensa y fans. Habiendo pagado por nuestros billetes el doble que el resto de pasajeros, éstos incluyen, además del camarote, todos los eventos, un vinilo edición limitada grabado exclusivamente para la ocasión, bolsas de tela con regalos de promoción, toda la comida a bordo [mención especial para los “all-you-can-eat buffets como el de sushi”] y algunas bebidas.

A todo esto le añadimos cóctel bar, karaoke, mini golf, piscina, parque acuático y spa en cubierta, casino, espectáculos cómicos con Neil Hamburger y Anna Seregina, desayuno con show de marionetas a cargo de Miss Pussycat, clases de Bounce Dance [un género de rap de Nueva Orleans] y hasta un Dating Game, para los Bruisers que no llevan pareja a esta aventura.

Sin lugar a dudas, este festival tenía que inventarse. Sus dos únicas ediciones (2011 y 2012) colgaron el cartel de “sold out” con entradas que iban desde los 695$ por un camarote interior hasta los 760$ por uno con vistas al mar, y dejaron patente el éxito de un formato que, a parte de lo original en cuanto a su concepto, difiere bastante del tradicional en otros muchos aspectos.

Bruise Cruise Festival
Black Lips en la edición de 2011. Foto: Ian Witlen

Una de sus mayores particularidades es la ausencia de un back stage como en la mayoría de los festivales. Las bandas y los fans esperan en la misma fila para el buffet, duermen en el camarote de al lado, comparten mesa para comer, o bailan unos al lado de otros frente al mismo concierto. Desde luego, esto es algo positivo para ambos, sobre todo para las bandas, que curiosamente en ningún momento se ven atosigadas para firmar autógrafos o para hacerse fotos ahora sí y ahora también. Debe ser maravilloso poder disfrutar como uno más. En palabras de Jonas Stein, líder de los Turbo Fruits y creador del festival junto a Michelle Cable, “everyone is one”.

Por otro lado, sorprende bastante la buena convivencia entre los 1500 pasajeros corrientes del crucero, en su viaje de placer y sosiego, y los otros 500 en su viaje de fiesta y alcohol. La imagen es, cuanto menos, singular.

Bruise Cruise Festival
Bruiser disfrutando de lo lindo en Nassau. Foto: Rebecca Smeyne

Resulta además, que durante el viaje no hay cobertura para los teléfonos móviles y exceptuando algunos ordenadores de sobremesa que prácticamente nadie usa por sus tarifas privativas debidas a la conexión por satélite, tampoco hay acceso a internet. Lo que podría parecer el fin del mundo en otro contexto, parece no importar a nadie mientras la fiesta siga su curso. Y esto hace que las cosas se disfruten y se perciban de una manera especial. Qué decir del hecho de beber alcohol a bordo de un crucero… llega un momento en el que se hace difícil discernir entre la embriaguez y el movimiento del propio barco, a todo se acaba uno acostumbrando. El transcurso de los días a bordo se vuelve verdaderamente mágico.

Bruise Cruise Festival
Bruiser suavizando la resaca. Foto: estaoscuroaqui

Algunas de los artistas y bandas que han pasado por el festival han sido Thee Oh SeesBlack Lips, The Strange Boys, Ty SegallVivian Girls, Turbo Fruits, Surfer Blood, Jacuzzi Boys, DJ Mr. Jonathan Toubin, King Khan & The Shrines, The Dirtbombs, Quintron & Miss PussycatMikal Cronin, The Soft Pack, The Togas, Fucked Up, Jello Biafra o Kyp Malone.

Es curioso el hecho de reunir en un contexto de lujo y opulencia a mucho de lo que representa la cultura DIY, a todas esas bandas de garaje, alejadas del mercado y del mainstream. Bien es cierto que estas bandas no mueven masas precisamente, y eso es lo que propicia que este tipo de festival pueda tener lugar del modo en el que lo hace.

Sin edición en 2013, y todavía sin noticias sobre 2014, estas salvajes vacaciones tropicales se siguen haciendo de rogar y la expectativa sube como la marea hasta que el barco zarpe de nuevo.




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